El mueble prohibido del comedor diario: el de los acrílicos, servilletas “especiales” que se usaban para cumpleaños, pero en realidad eran para decoupage, pinceles y demás. Me ayudó con una de las materias que tenía en la facultad, yo nunca supe pintar y dibujar, entre las dos hablábamos la idea y ella me hacía las presentaciones. Mi calificación nunca bajó de nueve. Demasiado servicial, demasiado buena, demasiado gentil. Ayuda a todos, como puede, desinteresadamente. Trata a todos por igual, con el mismo respeto, con atención y una sonrisa. No para de hablar de casas, negocios, neurociencia, hasta que, como dice uno de mis hermanos, hay que presionar ese botoncito de off y pedirle que te escuche, ella en silencio, lo hace. Siempre necesita un abrazo o escuchar un “te quiero” de sus hijos, pero no lo dice. Espera a que cualquiera de nosotros la busque y ahí está, incondicional. “Llego en veinte”, dice, pero entre que tiene que esperar para sacar la tarta del horno, colgar la ropa, que se baña y termina de hacer no sé qué, llega una o dos horas después. Alegre, sólida, fuerte, feliz. Levanta cualquier cosa que encuentra en la calle, sonríe pícara y lo convierte en arte. Coqueta. Le encantan los perfumes, la ropa, los aros y las selfies. Con esa locura que empuja hacia adelante, nos alienta a cumplir nuestros sueños, a ser felices, nuestra mejor versión ¿Y sus sueños? Todavía le quedan muchos, pero el más importante ya lo realizó, ser mamá.
sábado, 17 de octubre de 2015
Retrato sobre mamá
El mueble prohibido del comedor diario: el de los acrílicos, servilletas “especiales” que se usaban para cumpleaños, pero en realidad eran para decoupage, pinceles y demás. Me ayudó con una de las materias que tenía en la facultad, yo nunca supe pintar y dibujar, entre las dos hablábamos la idea y ella me hacía las presentaciones. Mi calificación nunca bajó de nueve. Demasiado servicial, demasiado buena, demasiado gentil. Ayuda a todos, como puede, desinteresadamente. Trata a todos por igual, con el mismo respeto, con atención y una sonrisa. No para de hablar de casas, negocios, neurociencia, hasta que, como dice uno de mis hermanos, hay que presionar ese botoncito de off y pedirle que te escuche, ella en silencio, lo hace. Siempre necesita un abrazo o escuchar un “te quiero” de sus hijos, pero no lo dice. Espera a que cualquiera de nosotros la busque y ahí está, incondicional. “Llego en veinte”, dice, pero entre que tiene que esperar para sacar la tarta del horno, colgar la ropa, que se baña y termina de hacer no sé qué, llega una o dos horas después. Alegre, sólida, fuerte, feliz. Levanta cualquier cosa que encuentra en la calle, sonríe pícara y lo convierte en arte. Coqueta. Le encantan los perfumes, la ropa, los aros y las selfies. Con esa locura que empuja hacia adelante, nos alienta a cumplir nuestros sueños, a ser felices, nuestra mejor versión ¿Y sus sueños? Todavía le quedan muchos, pero el más importante ya lo realizó, ser mamá.
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Hermosa esa Mamá!!! Siempre alegre y tan luchadora! Y vos bay, siempre haciéndome emocionar! Las quiero reinas!
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