Para
un puesto de trabajo pedían una carta motivacional en la que se indicara: por
qué se era apto para ese trabajo, los ídolos o aquellas personas a las que se admira
y cómo se veía uno en cinco o diez años, entre otras cosas. ¿Mis ídolos? Pensé
en muchos deportistas: Leo Messi, Lucha Aymar, Emmanuel Ginóbili, Paula Pareto,
entre otros. Sí, son talentosos, sí, son diferentes, sí, son deportistas de
otro planeta, pero en verdad, ninguno de ellos es mi fuente de inspiración y
nunca lo fueron. Pensé en mis hermanos, en primer lugar, porque siempre fueron
un motor en mí. En segundo lugar, porque son esas personas que querés, pero que
también odias, que te quieren y que te odian y en todo momento te desafían y te
hacen cambiar. Sin ir más lejos, mi hermana más chica, esa persona que saca lo
peor y lo mejor de mí: juega al hockey, a veces tiene un carácter de mierda, a
veces pura ternura, a veces un demonio. Me impacta lo generosa que puede llegar
a ser y si apostáramos quién ganaría en una lucha entre las dos, aunque me
duela, tengo que admitir que sería ella y por mucha diferencia, como también
sería a la persona a la que le pediría que me defendiera ante cualquier
eventualidad. No me acuerdo si ella tenía cinco o seis años cuando me vio
llorar por culpa de mi novio de ese momento, no me dijo nada, de hecho yo no
estaba al tanto de que me hubiera visto, pero cuando él volvió a mi casa, ella
se le acercó, lo señaló con el índice y le dijo que no quería volver a verme
llorar o le iba a tener que pegar. Cuando tenía tres años defendió a otro de
mis hermanos (que en ese momento tenía cinco) cuando un chico más grande los
molestaba en un pelotero y, hace no mucho, intentaron robarle el celular, no
llegó a correr, ni a pedir ayuda, firme, seria, de frente al ladrón y dijo “no”.
El ladrón la miró confundido, la agarró e intentó sacárselo, ella, sin pensarlo
demasiado, le dio una piña y se quedó con el brazo y el puño levantado, si él
avanzaba, ella volvería a pegarle. El ladrón se quedó paralizado, ella cada vez
más firme, él cada vez más confundido y huyó y se escapó con alguien que lo
esperaba en una moto.
Es
terca, demasiado terca y no hay nada que no pueda lograr. No conozco otra
persona tan determinante como ella. Se propone objetivos y los cumple. Simple.
No espera reconocimiento, aunque cada vez que tiene un partido mira hacia
afuera para ver si alguien la fue a ver. Es buena, divertida, a veces le gusta
la música, a veces el silencio. No le gusta mucho ir al cine, aunque vio todas
las películas que hay en Netflix. Es mi mejor amiga y un orgullo tenerla como
hermana. Siempre quiere un poquito más, de todo y de todos. Inquieta,
demasiado, sobre todo si ese día no tuvo que entrenar. Muy puntual y estructurada.
Fría y distante para demostrar sus sentimientos, pero solo para aquellos que no
tienen paciencia para mirarla a los ojos y descubrir a esa mujer sensible que
se muestra todo el tiempo como pura fuerza. Fiel y leal con sus amistades. Muy exigente consigo
misma. De esas personas extraordinarias que la convivencia los convierte en
ordinarios. Cumple 18, quizás todavía no tiene muy en claro qué quiere de su
futuro, pero desde siempre supo que va a ser una Leona. Lo sabe, no necesita
más y está segura de que lo va a lograr, pero no sabe, o no se acuerda, de que ya
lo es.
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