sábado, 10 de diciembre de 2016

Los Castagnola: el polo en la sangre



Se conocen como se conocen las familias, adentro y afuera de la cancha. Los Castagnola, con la mirada puesta en el objetivo, con la idea fija en marcar el gol, con el taco en alto, hoy son la promesa del poloargentino.

Camila Cambiaso los mira al costado de la cancha, cerca, siempre cerca, las dos manos en la cara, a veces en silencio, a veces algún grito, con esa preocupación y nervios de madre. Una mamá que los acompaña, que les inculca el esfuerzo, que respeta cada una de sus decisiones, que está ahí, como la necesiten, para su marido y para sus hijos.

Los chicos todavía son chicos y Lolo se los recuerda, ellos juegan para ser profesionales y su papá prefiere que jueguen al polo, que agarren ese polo del bueno, que se diviertan, pero en el momento en que decidan ser profesionales que sea con convicción, laburo, mucho laburo y sacrificio y tiempo.

Todos decían que Lolo estaba loco, quizás un poco chiflado, que los chicos todavía eran unos nenes, pero él los ve en las prácticas, arriba de los caballos, él los ve en su casa y todos los días se habla de lo mismo y todos los días se siente lo mismo y él sabe de esa pasión y de que para el polo ya no son unos nenes.

Jugaron la copa de la República y salió como esperaban: entre abrazos y lágrimas, esa sensación inexplicable de ganar y de compartir la cancha con sus hijos. Ellos juegan para ganar, pero Lolo se ocupa de recordarles que sean humildes, que el respeto es fundamental y que sigan metiendo golazos.

En la vida uno se pone objetivos y, tras el festejo masivo de cada gol, el Abierto de San Jorge fue otra demostración de que cuando se quiere se puede. Pensaban que se podía ganar, jugaron sin presión y confiaban en que el equipo era muy bueno. Lolo marcaba los errores, quizás con alguna que otra puteada, pero Barto y Jeta saben que es para ganar.  

Hace pocos días, Barto y Camilo levantaron la Copa Santa Paula, del Torneo Intercolegial, y Lolo sonríe, cada vez que habla de sus hijos sonríe con orgullo. Dice que Barto es un líder nato y Camilo siempre va para adelante, que Bartolito va tranquilo a todas las jugadas y que Jeta es un número 1, que es un honor compartir la cancha con ellos, porque no sienten miedo, porque juegan de igual a igual y que quizás es más exigente dentro de la cancha que como papá.

El esfuerzo de no rendirse, del colegio a los caballos, de los caballos a la cancha, al mate, al polo. Barto disfruta de jugar con gente que conoce y dice que no imita a su papá, en nada, pero ambos saben que es su mayor influencia. La relación con su hermano, con Jeta, es muy buena, siempre está, no sabe cómo, pero en la cancha, cuando mira hacia adelante, siempre está. Lo admira, dice que tiene mucho taqueo y que aparece en momentos claves. Serio y reservado, Barto de él no dice nada, lo demuestra en la cancha.  


“¿Con quién hablás? ¿Apago la luz?”, pregunta Jeta mientras Barto termina de hablar por teléfono, de dar la entrevista. Jeta apaga la luz, al día siguiente tienen colegio, pero a ellos eso no les preocupa, hablan de caballos y se duermen ansiosos porque el día siguiente es otro día de polo, de cancha, de jugadas, juntos.  



Revista Polo Live #36

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