No tenía planeado ser escritora, trabajó muchos años en
el mundo editorial, se quedó sin trabajo, murió su madre y esto la llevó a
escribir “También esto pasará”. En la novela, la escritora catalana habla de la
relación de amor entre una hija y su madre que acaba de morir, el libro ya fue publicado
en más de 30 idiomas y a fines de 2015 el productor argentino Daniel Burman
compró los derechos para adaptarla al cine.
¿Por
qué decidiste transformar la historia del duelo de tu madre en la novela
“También esto pasará”?
Hacía un año que había muerto mi madre, había terminado
varios proyectos laborales, no tenía dinero ni nada que hacer, no tenía nada y
un día, por primera vez, me encontré consciente de que estaba sola. Me senté
frente a la computadora y escribí el primer capítulo sin pensarlo demasiado.
Luego vino el resto. Me costó su muerte para decidirme a escribir cosas más
serias.
¿Escribir
este libro te ayudó a hacer catarsis?
Me alivia más leer que escribir. No creo que me haya
servido para hacer catarsis. En mi casa la escritora era ella y no podía
usurpar su puesto. No es casualidad que haya empezado a escribir arriesgándome
mucho más, después de que ella murió.
¿Es
una novela autobiográfica? ¿Cuánto hay de lo que en verdad pasó?
Hay mucho sobre la relación con mi madre, pero el resto
no es tan autobiográfico. Es una novela muy desinhibida que trata sobre la
relación que tenía Blanca (personaje principal) con la madre y cómo el sexo la
ayudó a sentirse viva. El sexo lo hace para consolarse, para distraerse de la
muerte.
¿Qué
crees que tu mamá pensaría acerca del libro?
Quizás hubiera estado un poco envidiosa, pero también le
hubiese gustado mucho, ella era muy egocéntrica, estaría muy contenta. Pero
también es cierto que si ella todavía estuviera viva yo no hubiese sido capaz
de escribirlo.
¿Es
por ese motivo que surgió la frase “lo contrario de la vida es el sexo”?
Esa frase surgió al final, durante el proceso de
reescritura. Para Blanca es muy importante tocar y ser tocados y el sexo le
recuerda que está viva. Es muy peligroso convertirse en un muerto viviente,
esos que están solos y nadie los toca y nadie los abraza.
Tu
mamá estuvo muy enferma al igual que la madre de Blanca ¿Cómo crees las
enfermedades cambian a los seres queridos?
La cercanía con la muerte es terrible. El dolor
transforma y empeora. Ella me culpaba de su enfermedad, decía que los médicos
le habían dicho que el párkinson había sido mi culpa. Sufrir te debilita, tanto
por una enfermedad o por tener mala suerte en la vida, te vuelve mezquino. Ella
estaba muy enojada y de a ratos era una persona muy malvada porque le estaban
quitando todo lo que tenía: su vida.
¿Qué
significa para vos el paso del tiempo?
Me preocupa más la muerte que el paso del tiempo. En definitiva
todos acabaremos muertos y eso me parece una brutalidad.
De
cualquier manera, te tomas las cosas con mucha ligereza ¿no es así?
El humor es un instrumento, un acto de rebeldía para que
no cunda el pánico. Mi generación es una generación más prudente, les da miedo
perder el control, quedarse sin dinero, no es nada tan grave, no es nada tan
definitivo. Mi vocación en la vida es divertirme.
Del
libro a la película con Daniel Burman.
Me pareció que era lo que tenía que hacer, venderle los
derechos a Burman. Ellos han sido muy amables y están interesados en que me
involucre, pero ser guionista es un trabajo muy distinto al de ser escritora y
yo no quiero ser guionista. El resto es libertad de otros. Está bien dejar a la
gente que haga lo que quiera. No soy controladora, soy una trabajadora en lo
que me toca.
Después
de escribir el libro ¿el dolor pasa?
No, se aprende a vivir con él. Pero yo creo que en la
vida hay que jugársela, sino ¿qué sentido tiene vivirla? La muerte de mi madre
me sigue pareciendo una cosa inaceptable, pero hay que dejar ir a los muertos,
que ese vacío se convierte en otra cosa y, como siempre digo, “también esto
pasará”.
Entrevista realizada para el #78 de la Revista Fuera de Hora.